Originalmente publicado en forma impresa en:
Hernández N. (2020). Diversidad y Unicidad en la Vida Laboral.
En Revista Veritas. México: Colegio de Contadores Públicos de México, A.C. LXIV, 1790 (Octubre 2020). 50-51.
LA CONCIENCIA MORAL, LA LIBERTAD Y LA RESPONSABILIDAD HACEN ÚNICA E IRREPETIBLE A CADA PERSONA. PARA COLABORADORES Y LÍDERES, SON TAMBIÉN LAS BASES PARA CONFERIR DIGNIDAD AL TRABAJO DE LOS DEMÁS.
Como una comunidad de humanos, coexistimos y convivimos en la abundancia de diversidad de lo que hay en nuestro mundo; y una de nuestras grandes tareas ante las condiciones actuales de nuestra existencia es apreciar y conservar esta riqueza de variedad.
Mirando particularmente la vida laboral, la inclusión de la diversidad humana en ella ha sido poco favorable para muchos. El trabajo humano constituye el mejor camino para la expresión de nuestro valor creativo al servicio del mundo, pero también debe contribuir a la realización personal de cada uno. Entonces, ¿qué aspectos debemos tomar en consideración para integrar al trabajo no sólo la diversidad, sino lo diferente de cada persona?
EN QUÉ CONSISTE LA DIVERSIDAD EN EL MUNDO
Biodiversidad
En el mundo natural coexiste una amplia variedad de seres vivos, producto de la evolución de procesos naturales de millones de años, que forman a su vez una inmensa gama de ecosistemas, los cuales representan a los diferentes grupos que forman dichos seres vivos en interrelación con sus propios hábitats. Además, existe una diversidad de características genéticas entre las diferentes especies de seres vivientes, permitiendo así múltiples combinaciones de vida y de interacción con su entorno que representan la sostenibilidad de nuestro mundo.
Diversidad humana
Desde la perspectiva social, la diversidad humana se expresa de las siguientes formas:
En su riqueza multicultural y lingüística;
Por sus rasgos fisionómicos, pigmentación de la piel, color de ojos y cabello;
En la complejidad de las capacidades funcionales de que ha sido dotada, tanto físicas como intelectuales, para poder ser en este mundo y mismas que en algunas personas pueden verse afectadas y disminuidas;
En la sexualidad, que en forma integral comprende las siguientes categorías:
Caracteres sexuales genéticos y físicos que diferencian el cuerpo humano entre varón y mujer.
Roles de género masculino y femenino que comprenden costumbres y comportamientos socialmente construidos y atribuidos.
La identidad de género que representa la percepción y el sentimiento de pertenencia que una persona tiene de ser varón, mujer o ambos.
La orientación sexual que representa el sentimiento sostenido de atracción física y sentimental que se tiene hacia personas del mismo sexo, o del sexo opuesto o bien, de ambos sexos.
En resumen, esta plétora de características nos clasifica en grupos, con base en las cualidades o idiosincrasias similares que poseemos entre nosotros mismos, y como tales colectivos humanos merecemos por igual el derecho a la vida, a la inclusión en el trabajo, a la educación, a ser integrados en la sociedad y a participar en el desarrollo económico del mundo.
Sin embargo, más allá de sentir la pertenencia e identificación con un grupo social, cada uno de nosotros poseemos una identidad propia, la cual también merece ser considerada. Cabe entonces una pregunta personal:
¿Qué me hace diferente de los demás?
DE LA DIVERSIDAD A LA UNICIDAD EN EL TRABAJO
Los humanos tenemos cuerpo y mente para estar en contacto con el mundo y para hacerle frente a sus condiciones, para desarrollar nuestras capacidades de sobrevivencia y también para ofrecer un valor funcional que es fundamental en el trabajo, el cual nos da la experiencia en la vida de ser útiles y eficientes, de llevar a cabo un desempeño satisfactorio. Así como los medios para el logro de metas y éxito.
Sin embargo, para la realización personal, para las relaciones, para la plenitud en la vida y el trabajo necesitamos de un valor propio. Este valor representa el sentimiento de ser uno mismo, diferente de los demás; por lo tanto, está constituido de esencia pura, porque su valor se forma a partir de uno mismo y de la propia unicidad, singularidad y exclusividad.
Y es con esta esencia que somos capaces de poder percibir a su vez el valor esencial de los demás y de las cosas. Para ello, es necesario poder delimitarnos, como diríamos comúnmente: “pintar mi rayita” entre lo propio mío y lo que percibo como lo propio del otro.
Es importante tomar en cuenta que siempre van de la mano lo común con todos y lo diferente de todos, por lo que la delimitación se hace necesaria para establecer relaciones entre la diversidad.
Para ejemplificar esta delimitación se ilustra a continuación un breve detalle de los aspectos que contribuyen a la conformación del valor propio y que marcan su delimitación en la relación con uno mismo y con la alteridad:
Asimismo, en el valor propio se contiene la espiritualidad humana y la condición de ser-persona, por medio de la que se hace visible lo esencial cuando nos abrimos al diálogo y al encuentro; este ser-persona posee la libertad para elegir, decidir y actuar, y además representa la puerta de acceso a la espiritualidad humana. En este valor esencial se alberga también la conciencia moral, que junto con el ser-persona nos orienta a nuestros propios valores para sentir intuitivamente lo correcto o incorrecto de una decisión o situación dada y así poder actuar con ética y responsabilidad. Es así como los seres humanos nos hacemos auténticos: cuando nuestras acciones son congruentes con nosotros mismos, con nuestros valores y esencia.
A continuación, se ilustra una comparación de las vivencias que tiene el ser humano tanto con su valor funcional como con su valor propio en su vida laboral:
LO MASCULINO Y LO FEMENINO, DOS POLOS EN EL SER HUMANO
Lo esencial y espiritual en el ser humano no posee masculinidad ni feminidad. Pero vale la pena mencionar que meramente desde la perspectiva psicológica existencial, el ser humano posee en él dos polos:
lo masculino, que representa la fuerza para existir, lo que da protección ante la experiencia de ser en el mundo, las competencias y capacidades para desempeñar un trabajo y que finalmente generan el placer de hacerlo;
y, en el otro polo se encuentra lo femenino, que simboliza la cercanía con la vida misma, ofrece cobijo, calidez y cuidado, en la vida laboral crea un espacio afectivo, le da fuerza a las emociones, requiere de relación consigo mismo, con los otros y con lo que corresponde a su trabajo y le dedica tiempo para su desempeño.
REFLEXIÓN FINAL
La presencia espiritual inasible, pero perceptible de lo propiamente humano, es decir, el ser persona, la conciencia moral, la libertad y la responsabilidad nos brinda la cualidad de ser únicos e irrepetibles en la diversidad humana, y nos confiere dignidad ante los demás y ante el trabajo realizado.
Es importante considerar que como líderes o colaboradores podemos ser sustituibles en las funciones de un puesto laboral, pero nunca en el perfil que comprende las características esenciales del mismo. Esta esencialidad que nos hace seres “humanos” debe ser considerada invariablemente en el ámbito laboral.
Por otro lado, esta dimensión espiritual intrínseca en nosotros nos demanda brindar consideración, justicia y el debido aprecio hacia la diversidad de nuestro mundo. Muchas especies animales comparten con nosotros muchas características en su forma de vida. Y, si bien poseemos el atributo de ser esenciales, de ser individualmente únicos e irrepetibles, de poseer libertad interna para fortalecer nuestra dignidad, tenemos como humanidad aún un gran problema por resolver... :
El tomar conciencia de que tan sólo somos seres vivientes que formamos parte de la Naturaleza y que necesitamos delimitar nuestra relación con ella, con ética hacia el uso de los recursos naturales y con respeto y empatía hacia la vida de los animales; pues a través de los tiempos hemos coexistido con la Biodiversidad con la falsa creencia de ser superiores a lo demás en el mundo y que todo ello está a nuestra entera disposición...
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